Música subterránea
Me encuentro esperando el subte en la estación Corrientes de la Línea H, conexión con la Línea B. Alguien toca el chelo en el mismo andén sobre el que estoy. De lunes a viernes, a la misma hora, siempre hago el mismo intercambio. Y de lunes a viernes, a la misma hora, siempre la veo ahí, siempre la ignoro. No, no… no suelo tener tiempo.
De pronto un día, no estoy seguro de cuándo, noto que no está más. De pronto durante una semana, más o menos, la ausencia de su performance rompe mi cotidianidad. Durante una semana, a una hora específica del día, la performance que constituye mi vida cotidiana se hace evidente. Sin buscarlo, aquella semana sin música en el andén recorta una parte de mi vida, establece un marco. Una vida cuya cotidianidad conlleva oír música en cierto lugar a cierta hora implica que quien dispone de esa vida hace algo con la música oída (Madrid, 2009), escuchada tal vez.
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No recuerdo exactamente cuándo, pero recuerdo casi que exactamente cómo. Al bajar hacia el andén luego de, insisto, más o menos una semana, escucho un ruido que, aunque ajeno al metro, me era familiar. Entonces pienso «oh, ahí está de nuevo».
Una experiencia cotidiana me fue privada, más o menos dije, por una semana. Me doy cuenta de que esa ausencia repercutió en mi percepción de mi vida cotidiana; cuando aquella experiencia me es devuelta, no se la percibe igual, no es posible ignorarla: se la percibe bajo un recorte otro, un marco otro, descotidianizada. Estoy tratando de entender qué es lo que hago con la música, sea intuitivamente, sea inconscientemente o… bueno, ya me entienden.
Trazado mi objetivo, selecciono un momento que separo de mi cotidianidad —aunque no deje de ser parte de ella—, por ejemplo, desde el momento —tampoco sabría bien cuándo— en el que escucho el ruido de las cuerdas de un chelo siendo frotadas: me sitúo, entonces, como público espectador frente a la performer. Así pues, la performance de la performer en tanto personae (Frith, 1998) se pone en relación a mí como espectador. Al pararme frente a la chelista y mirarla y escucharla tocar, ¿no performo yo de oyente?
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El ingreso del tren detiene mi escucha. Adentro ya, construyo un significado diferente sobre la impresión de un timbre y una melodía específicos que, como un espectro, como yo en el vagón, permanecen sólo pasajeramente. Según lo que hacemos y cómo lo hacemos, ya sea en la escucha, ya sea en la interpretación, o mejor, según la performance se construirán diferentes significados en torno a aquello que se hace en sí, trascendiendo la mera ¿descripción?
Estación Corrientes de la Línea H. Fotografía propia (Buenos Aires, junio de 2023). |
He llegado a mi destino. Me pregunto si acaso a la chelista le aqueja lo mismo que a mí…
Referencias o lecturas recomendadas
Attali, Jacques. (1995). “Escuchar”. En Ruidos. Ensayo sobre la economía política de la música. Siglo XXI, pp. 11-35.
Domínguez Ruíz, Ana Lidia. (2019). “El oído: un sentido, múltiples escuchas. Presentación del dosier Modos de escucha”. El oído pensante, Vol. 7 Núm. 2 (2019): Agosto 2019 - Enero 2020 / Dosier.
Frith, Simon. (1998). “10. Performance”. En Performing rites. On the value of popular music. Harvard University Press, pp. 203-225.
Madrid, Alejandro L. (ed.). (2009). “¿Por qué música y estudios de performance? ¿Por qué ahora?: una introducción al dossier”. Trans 13.
Merleau-Ponty, Maurice. (1993). Fenomenología de la percepción. Planeta-De Agostini.
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